domingo, 10 de octubre de 2010

Democracia y medios de comunicación

Intentar hablar de democracia y no mencionar la apertura con la que se puedan desenvolver los medios de comunicación en pleno siglo XXI, donde la tecnología ofrece una variada gama de opciones, resulta una tarea inútil.

Recientemente declaró el vicepresidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y director editorial del periódico Miami Herald, Alejandro Aguirre, “para medir el grado de democracia de un país es necesario primero conocer el grado de libertad de expresión que tienen sus medios de comunicación y el nivel de censura al que se pueden enfrentar si dan a conocer información que no convenga al estado o que involucre a altos funcionarios en hechos de corrupción”.

México destaca a nivel mundial como una de las naciones más inseguras para ejercer el periodismo, (el tercer lugar, sólo detrás de Irak y Somalia donde está reconocido que atraviesan por guerra civiles) por ello habría que preguntarnos si efectivamente somos un país donde la democracia prevalezca, donde se pueda decir, con pruebas que lo respalden, cuando algún funcionario o una institución actúa fuera del marco de la legalidad sin el temor a sufrir represalias.

Si bien es cierto que en los últimos diez años el crimen organizado se ha convertido en una de las mayores amenazas para los comunicadores, también de antaño lo ha sido el aparato gubernamental, que a través de la censura ha dificultado el ejercicio democrático de la sociedad como en su momento fue el control a través de la distribución de papel o la venta de publicidad, pero ahora se ha diseminado un enemigo silencioso: la autocensura.

La libertad de expresión no debería ser vista como un lujo para quienes, en su labor de informar, revelan datos que pueden resultar incómodos para ciertos representantes sociales o autoridades sino como una necesidad para cualquier ciudadano común que reflexione su voto y la responsabilidad que esto conlleva al instalar en puesto de mando a gente que podría no estar suficientemente capacitada.

Una sociedad democrática es una sociedad informada, esa que sin trabas tiene acceso a cómo es que se manejan los recursos públicos con total transparencia pero que también cuestiona cuando considera que hay abuso de poder e ilegalidad.

La libertad de elegir y de estar informado es una de las garantías que debe ofrecer el estado para que los poderes se desenvuelva con independencia y autonomía, sin estos elementos difícilmente podemos hablar de democracia.

El estado debe comprometerse a brindar las facilidades de acceso a la información y resulta significativo que para Latinoamérica, México es un ejemplo en este rubro, ya que hay países como Venezuela que no pueden siquiera imagina una ley de transparencia, mucho menos una apertura total de los medios de comunicación.

En un panorama realista México no es precisamente la panacea de la libertad de expresión, sobre todo cuando sabemos que desde 1980 a la fecha han muerto 79 periodistas y otros tantos están desaparecidos, pero sí es necesario reconocer que la Ley de Acceso a la Información nos acerca mucho a ser una sociedad democrática, incluso a ser tomados como ejemplo por algunos otros país.

Algunas de las tareas que corresponden a los medios de comunicación es la de proveer información, así como vigilar a favor de la sociedad y denunciar los abusos de poder, pero esto se logra sólo si se puede desempeñar en un entorno libre en el que se tenga conciencia de la corresponsabilidad que existe en la divulgación de información.

La democracia debe ser entendida como el poder soberano que se sustenta en el pueblo, ya que son las urnas la mejor arma que se tiene para dar o retirar el privilegio de representar a los ciudadanos y no como algunos políticos asumen el rol de hacer un favor a quienes votaron por ellos.

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